A pesar de que Alessandri había prometido cambios radicales, el descontento en distintos sectores aumento, pues se vieron frustados sus deseos de cambio y de reivindicaciones. Además, la crisis del salitre vino a agudizar la creciente agitación política y social, tanto por la disminución de los ingresos fiscales como por el cierre de algunas salitreras, ya que cientos de personas quedaron cesantes. Si durante el gobierno parlamentario las
movilizaciones obreras fueron una constante, durante su gobierno estas no cesaron y debieron ser reprimidas de igual forma.
Finalizando el siglo XIX y hasta la segunda década del siglo XX, Chile se encontraba organizado políticamente bajo un régimen parlamentario, esto quiere decir que el Presidente de la República tenía un poder disminuido frente al Congreso, el cual removía a los ministros a su antojo entre otras facultades.
Todo esto redundaba en la inoperancia del Estado para aplicar y mantener políticas de mediano y largo plazo. Aunque más bien se trataba de un juego de intereses por parte de la oligarquía que estaba en el poder.
En cuanto a la economía, el principal recurso que explotaba nuestro país era el salitre cuyos yacimientos se encuentran en los territorios del norte, obtenidos producto de la guerra del Pacífico y que significaba una fuerte entrada
de dinero a Chile por concepto de impuestos aduaneros.
Por su parte, la agricultura seguía funcionando sin grandes transformaciones desde la colonia, o sea con pocos o casi nulos avances tecnológicos y mejoras sociales. En cuanto a la industria, esta estaba dando importantes avances en la mecanización de ciertos productos de acero como también de alimentos.
Por otro lado, una de las grandes transformaciones que se fueron suscitando a comienzos del siglo XX se observó en el ámbito social.
Se aprecia un fuerte crecimiento de los sectores medios donde se verán representados comerciantes, profesionales y militares. Sin embargo, también se aprecian fuertes desigualdades hacia los sectores populares, quienes no obtenían beneficios de la bonanza del salitre; por el contrario, sus condiciones de vida fueron empeorando cada vez más.
Esto provocó, por un lado, que los obreros industriales y mineros se organizaran en sindicatos y otras organizaciones para exigir con mayor fuerza sus demandas, y, por otro, se produjeron una serie de movilizaciones, huelgas y protestas que culminaron en muchos casos con derramamiento de sangre.
A eso se suma una fuerte migración hacia las ciudades, las que no contaban con la infraestructura para albergar grandes cantidades de personas generando hacinamiento e insalubridad.
Otro punto importante de mencionar es la modernización de los servicios urbanos, producida por el afán de progreso y crecimiento de las ciudades y reflejada, fundamentalmente, en la construcción de centrales hidroeléctricas que permitieron la instalación de nuevo alumbrado público y tranvías.
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